“Somos una iglesia cristiana que
apuesta por la dignidad humana o una iglesia indiferente al dolor y la
necesidad más sentida de las personas; somos un claustro de “santos” o somos
santos llevando dignidad”.
Por: Arturo Canaval B.
Recuerdo un día en la ciudad de Lima
como en muchas ciudades latinoamericanas que subió un niño al bus, de unos 8 a
10 años aproximadamente y contó que trabajaba en la mañana porque estudiaba en
la tarde y su mamá lavaba ropa, así que él para ayudar con la leche de su
hermanita vendía caramelos, cuando pasaba por los asientos un señor le dio una
moneda y le dijo no me des los caramelos,
lo sorprendente fue la reacción del menor quien le dijo: ¡No, señor,
valore mi trabajo! Tomo cinco caramelos y se los puso en la mano y continuó
vendiendo.